Hace unos años en Washington, D.C. tomaba de madrugada un tren hacia lo que sería la salida de una maratón. Saliendo del subterráneo caminaba entre cientos de corredores que llevaban playeras deportivas con emblemas, fotos y nombres honrando a soldados que han caído en batalla, práctica muy común de esta maratón que se llama Marine Corps Marathon. En dicha caminata silenciosa, espiritual y de preparación para la intensidad física que me estaba esperando, disfrutaba de un amanecer espectacular que despertó mi inspiración. Fijado en mis pasos, pensé en mi esposa y mis hijos a quienes dedicaría la carrera, y entre ellos, pensé en Thiago, mi bebé que solo vivió un día. En ese preciso momento levanté la vista y me quedé frío. El dorso de la camiseta de la corredora frente a mi decía “14 de enero de 2016” que sin duda alguna era la fecha en la que un soldado cercano a ella cayó. Pero, además, fue la exacta fecha en la que Thiago, mi prematuro soldado luchador, partió. Otra vez más me topé con la sincronicidad.
La buena suerte es el éxito en algo (pequeño o grande) como resultado del azar y no por las propias acciones. La serendipia es la ocurrencia de eventos poco probables y que te resultan en un beneficio o felicidad. En otras palabras, la serendipia tiene como componente la suerte. Pero entonces, ¿qué es la sincronicidad? Yo la describo como la serendipia vinculada a un profundo sentido en el cual encuentras fuerza, esperanza e inspiración. Carl Jung, un reconocido psiquiatra suizo, fue quien introdujo el término sincronicidad, refiriéndose a la simultaneidad de dos sucesos vinculados por el sentido, pero sin aparente relación o causa entre el uno y otro. ¿Alguna vez te has topado con este tipo de coincidencias, encuentros afortunados o casualidades mágicas que te dejan sorprendido y te llevan a un estado de reflexión? Entonces has experimentado la sincronicidad. Algunos les llaman diosidencias.
Todos vivimos a lo largo de la vida, e incluso durante nuestro día, un sin número de casualidades. A veces son sencillas y a veces muy profundas, pero todas y cada una, tienen una belleza oculta: un significado esperando a que tú lo descubras. Sin embargo, a veces vamos demasiado rápido y no cosechamos esos frutos de inspiración. Para descubrir las sincronicidades, primero debes estar lo suficientemente consciente y atento para reconocer las casualidades y luego debes tomar la decisión de darles algún sentido. Así lo puede ser cuando te sientes confundido y no sabes a quien pedir consejo, y de repente suena tu celular y es tu papá… o tu mejor amigo. Así lo puede ser cuando entras a la tienda de libros y el primer título que levantas es uno que no habías escuchado pero que su sinopsis le pega al blanco a lo que buscabas. Así lo puede ser cuando estás en el jardín pensando en el ser querido que ya no está, y justamente una bella mariposa te coquetea y se para frente a ti. ¿Casualidad o sincronicidad? Tú eliges.
A continuación, te comparto 3 formas para cosechar la sincronicidad como una fuerza de impulso en tu vida.
1. Define tu propósito vital y ponle “play” en tu cabeza y corazón
Si tienes clara y presente tu misión esta resonará en tu inconsciente. Sin darte cuenta tus antenitas de atención estarán prendidas y buscando conexiones que alimenten tu propósito. Distinguirás de una forma más fácil todos estos eventos o estímulos externos que presenten una oportunidad para nutrir tu deseo feroz: tu razón de existir. Es así como te será más fácil establecer conexiones entre eventos ordinarios y sentimientos profundos. Hallarás sentido en las casualidades. Descubrirás la sincronicidad. Estarás inspirado.
2. No dejes de aprender y ábrete a la vida
Me gusta decir que “el que no deja de aprender, no deja de crecer, y crecimiento es igual a felicidad”. El aprendizaje continuo es lo que mantiene nuestro motor prendido, pero, además, cuando estrechamos nuestro conocimiento nos abrimos más a la vida. Estamos más expuestos a la buena suerte, las oportunidades y por lo tanto más preparados para capturar cosas buenas del azar. La vida por definición está llena de incertidumbre. Cuando aprendes constantemente te dotas cada vez de más herramientas para unir los puntos y encontrar sentido entre todo lo que te sucede en la vida, no solo en las casualidades, sino también en los problemas y desafíos de la vida. Refuerza tu pasión, estudia, y aprende constantemente. Aprende de los libros, de las experiencias y de tus errores. Aprende de las películas. Aprende en las conversaciones con tus amigos o seres queridos. Tu día entero puede ser una oportunidad de aprendizaje, si así lo decides.
3. Practica la gratitud y descubre tu vulnerabilidad
Cuando practicas la gratitud (por ejemplo, con un diario) y la vuelves un hábito o un estilo de vida, te vuelves más optimista y te enfocas en todo lo positivo que ya tienes a tu alrededor. Elevas tu espiritualidad, y pierdes el temor a mostrar tu sensibilidad ante la vida. Es decir, te vuelves más vulnerable y, por lo tanto, más humano. Cuando decides botar ese velo protector, la conexión con tus sentidos se hace más potente, y es así como te será más fácil encontrar propósito en las casualidades de la vida. Estas serán frutos de fuerza, esperanza y de inspiración. Tu vida estará llena de sincronicidades.
¿Alguna vez te has topado con felices coincidencias, reencuentros afortunados o casualidades mágicas que te dejan sorprendido? Si aún no las has experimentado, quizá necesitas bajar de velocidad.