Hay proyectos que generan cambios en las empresas, y las mejoran. ¡Pero hay proyectos que transforman vidas!
Una buena parte de mi carrera profesional se ha desarrollado alrededor de proyectos organizacionales. Grandes y pequeños, complejos y sencillos. Dirigirlos y participar en ellos está en mi ADN. El ámbito de los proyectos me apasiona, particularmente si son de carácter transformacional. Pero ¿cuál es la diferencia entre un cambio y una transformación? Un cambio puede implicar una mejora, eficiencia u optimización; desde algo marginal hasta algo muy grande. Sin embargo, la transformación implica algo más profundo: requiere un cambio de mindset, romper paradigmas y generar un desplazamiento importante de hábitos organizacionales.
Toda empresa que desea crecer constantemente y trascender, debe pasar por ciclos que le lleven a reinventarse. Y para esto, se necesitan proyectos transformacionales. Acciones que desafíen el status quo. Iniciativas que incomoden. Lo dijo Ginni Rometty, CEO de IBM: «El crecimiento y el confort nunca pueden coexistir». Exactamente lo mismo sucede con tu desarrollo como persona. Sin darte cuenta, el confort puede ser tu propio enemigo. Es más, no solo puede inhibir tu crecimiento, sino también te puede destruir. Para crecer constantemente y ser exitoso (sea cual sea tu definición de “éxito”), necesitas posicionarte en ese punto medio entre tu zona de confort y tu zona de pánico. Es allí donde la magia sucede. Pero seguro te estarás preguntando, ¿cómo llego a ese lugar?
Lar primera forma de salir de tu zona de confort, es cuando te vez forzado por un evento externo y desafortunado. Cuando la vida te pegó una cachetada inesperada, la tranformación en ti dependerá de la actitud que elijas ante la situación. ¿Serás víctima o serás resiliente? Como dice la canción, what doesn´t kill you makes you stronger (lo que no te destruye te hace más fuerte). La segunda vía al disconfort, es cuando alguien te ayuda, retándote y guiándote. Empujándote hacia tus limites y desatando tu potencial, así como lo hace un maestro, un coach o un mentor. Te llevan a un lugar, a un estado, que tu nunca imaginaste alcazar. Para esto, debes haber tomado una decisión: dejarte ayudar. Y la tercera forma de salir fuera del círculo de la comodidad, es cuando tú, solo, das ese paso al frente. Tomas riesgos, pruebas cosas nuevas, te expones a situaciones que te hacen temblar las piernas, buscas nuevos hábitos que te darán la mayor pereza las primeras semanas.
¿Cuál es la vía que escogerás tu? ¿Esperarás a que la desfortuna te jale la alfombra o bucarás un abordaje proactivo? Si escojes la última opción, tus proyectos personales pueden ser la chispa de tu transformación. Pero, ¿qué tan grande o desafiante debe ser un proyecto personal para que sea considerado «transformacional»? La respuesta es muy individual para cada uno, ya que todos tenemos situaciones particulares, así como pasiones, retos e incluso etapas o madurez de vida diferente. Dicho esto, si el proyecto amplía tu forma de ver la vida, crea en ti nuevos hábitos positivos, o simplemente te hace más feliz de forma sostenible, sin duda es un proyecto transformacional. Además, si esta evolución se da en ti, serás una influencia aún más positiva en tu entorno. La transformación te trascenderá.
Inscríbete a la clase de canto. Regístrate en la maratón. Toma el curso de historia o de psicología. Escribe un libro o comienza tu blog. Explora nuevos horizontes profesionales. Acepta esa charla que te invitaron a dar frente a la audiencia más grande de tu vida. Emprende proyectos alrededor de tus pasiones ó aquello que te duele, te inquieta o que te tiene inconforme con tu estado actual. Tu status quo. Incomódate. Comparte tus metas y planes con tus familiares, colegas y amigos; socializándolos, tu compromiso y convicción será mayor. Lo mismo sucederá si los anotas. Simplemente da el primer paso; no hay momento perfecto para iniciar un proyecto. Nunca. El primer paso es siempre el más difícil, ya verás.
Debo confesar que no poseo ninguna certificación profesional de proyectos, pero sé con seguridad que mis iniciativas de desarrollo personal me han otorgado al menos una certificación de la vida. Admito que he fracasado en varios proyectos y otros se han quedado a medio camino, pero de todos he aprendido algo. Estos son algunos ejemplos de emprendimientos transformacionales que he concluído exitosamente o que estoy impulsando en la actualidad:
- Por 365 días consecutivos, llevé un sencillo diario de gratitud; mediante este proyecto, convertí el agradecimiento en una filosofía de vida, un valor personal que me ha hecho más feliz.
- Por un año completo, grabé un corto videoclip de algún momento especial en cada día. Al finalizar, edité «mi película del año». Mediante este proyecto desarrollé un estado mental para estar atento y buscar (o provocar!) momentos memorables cada día.
- Este año, me propuse ver a diario una charla TED; mi proyecto estará completo cuando termine el año con 365 charlas adentro de mi tanque motivacional. El proyecto habrá sido exitoso si las virtudes de la pasión por aprender y la curiosidad, se vuelven parte de mi estilo de vida.
Tal como lo dijo Jim Rohn, «tu nivel de éxito rara vez superará tu nivel de desarrollo personal». ¿Quieres ser exitoso? Invierte energía en ti mismo; dedica tiempo a visionar, planificar y ejecutar acciones que impulsen tu crecimiento. Ponte metas, enmárcalas en proyectos personales. Estos son los proyectos que transforman vidas.